28 de enero de 2016

La burocracia, esa gran enemiga.



Qué pena me da leer artículos como este, en el que te das cuenta de las cosas a las que cualquier docente se tiene que enfrentar día tras día y te paras a pensar en el tiempo que pierdes en muchas tareas que, al fin y al cabo, tienen poca o ninguna utilidad y que no te permiten sacar tiempo para innovar, para crear, para ser lo que de verdad eres: PROFESOR.

David Graeber, en su libro "La utopía de las normas: De la tecnología, la estupidez y los secretos placeres de la burocracia", abordó esta problemática y es increíble ver cómo llega a la conclusión de que someternos a este inexplicable ir y venir de papeles no es nuevo ni mucho menos.
Tiene sus antecedentes más cercanos en la Unión Soviética y "es una manera de asegurarse de que estamos demasiado monotorizados, cansados y ocupados como para hacer preguntas o sublevarnos" además de dañar, poco a poco, la motivación del trabajador, que pasa horas interminables haciendo tareas "que secretamente cree que no tienen sentido". No os voy a engañar. Después de leer esto me quedé con la boca abierta. Nunca me había parado a pensar que pudiera haber objetivos tan maquiavélicos detrás de tantas horas y papel teñidos de aburrimiento. Llamádme inocente, pero es una posibilidad que ni siquiera había aparecido por mi cabeza. 
Sin embargo, lo peor estaba por venir. El autor afirma que, tras hacer una entrevista sobre el tema a varios compañeros profesores, se encontró con respuestas que le llevaron a pensar que se trata de una manera eficaz de obviar responsabilidades que exigen mayor esfuerzo mental y creativo. Y esto ya es para reflexionar. Para sentarte unos minutos en el sofá y ver si alguna vez has caído de verdad en esa trampa mental para consolarte, para autoconvencerte de que todo el tiempo que te están robando y que no te permite dedicarte plenamente a lo que de verdad amas, en realidad sí que sirve para algo. Que alguien en un lugar remoto lo va a valorar, incluso más que tus alumnos tu trabajo en el aula o sus padres tu trabajo con sus hijos. 

Sea como fuere, si en algo creo que todos coincidimos es que nuestro trabajo no lo vamos a mejorar rellenando papeles, ni mucho menos. Detrás de nuestros grandes logros tendremos a otros aliados muy diferentes como la pasión por lo que hacemos, el esfuerzo constante, la formación continua, y las ganas que, día tras día, nos llevan a querer ser mejores profesores.

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